miércoles, 18 de mayo de 2016

Los toros de lidia se crían en los páramos de Tungurahua

Los toros de lidia se crían en los páramos de Tungurahua


Belleza. Sin duda los toros del lidia, dominan los campos por su fuerza.En medio de una ligera lluvia y con el frío propio del páramo, visitamos una de las ganaderías más reconocidas a nivel nacional ‘El Atillo’.
La crianza de más 100 ejemplares puros de lidia, se realiza a 3 mil 500 metros de altura.
El ambateño Álvaro Barona está a cargo del cuidado de esta prestigiosa ganadería que ha vendido sus animales para las mejores corridas del país, incluida la feria Jesús del Gran Poder de Quito y Nuestra Señora de la Merced, en Ambato.
Los animales reciben los mejores pastos, forrajes y en ocasiones balanceado, lo que los hace sobrealimentados y por ende más fuertes.
Con un cigarrillo en la boca, un buzo de lana, cachucha, al estilo de los ochenta, Álvaro comenta que estos animales no se hacen, sino nacen.
“Son una raza criada para el toreo, animales puros de extrema fuerza y violento temperamento” afirma en medio de la conversación.
Esta ganadería tiene más de 100 años de trayectoria, ya que su bisabuela, en el año 1900, empezó la crianza de ganado bravo y desde 1978 que se importó animales de la ganadería de Atanasio Fernández, reconocido ganadero español. Su reproducción se cuida celosamente.

Verdaderos reyes
El refrán más conocido entre los criadores de raza brava es: ‘Viven como un rey y mueren como un príncipe’.
Esto se debe a que durante toda su vida no hacen nada más que alimentarse y correr libres por el campo. En muchas ocasiones pasan lejos de la presencia del hombre, sin que esto signifique su descuido porque se verifica que no les de enfermedades respiratorias, como pulmonía, por el duro clima que deben soportar.
Generalmente pasan en manada y rechazan al hombre, por eso hay que manejarlos con mucho cuidado, un movimiento brusco podría ser mortal.

Astas
Los pitones de los toros tienen sus propias denominaciones.
Cuando son prolongados hacia arriba se los denomina veletos; recornea apretada, cuando son para adentro.

Selección
Para escoger los toros que van a salir al ruedo, la situación es realmente compleja.
Los veedores deben observar más allá de lo evidente. Esto se denomina Trapio.
Es la óptica que tienen los expertos ganaderos y no depende de razas, peso, pitones (cachos), sino se lo aprecia en la mirada, en la personalidad del toro, que debe ir de la mano con su fuerza, presencia y elegancia.

El Ruedo
Don Álvaro, como le dicen los campesinos que cuidan los animales, afirma que verlos en el ruedo se resume en una sola palabra y es responsabilidad.
“Es como un hijo cuando da su examen, no se sabe cómo va a comportarse, porque sale virgen. Se espera ver cómo va a embestir, su rabia a la hora de correr y sin duda la casta con la que se crió” afirma.

Animales de leyenda
Algunos de los toros pasaron a la historia de la tauromaquia, por su bravura, casta y su indulto obligatorio.
Uno de los más reconocidos es Islero, que pesaba 495 kilos, de la ganadería de Eduardo Miura, fue el animal que corneó mortalmente al famoso matador de toros Manolete, Manuel Laureano Rodríguez Sánchez, el 28 de agosto de 1947 en la plaza de toros de Santa Margarita de Linares (Andalucía, España).
Sin duda, el toro ‘Avispado’ marcó un antes y un después en España tras matar de una certera cornada en la arteria femoral a ‘Paquirri’, Francisco Rivera, el 26 de septiembre de 1984 en la plaza Pozoblanco de Córdova, España. Este animal murió en manos de Yiyo en la misma plaza.
Otro de los animales de gran casta es ‘Burlero’, de la ganadería de Carlos Núñez, que mató a José Cubero ‘Yiyo’ el domingo 30 de agosto de 1985 en la Plaza de toros de Colmenar Viejo (Madrid, España).
De la ganadería de los Herederos de Atanasio, está el toro cabatisto, de 600 kilos que terminó con la vida de Manolo Montoliu, en 1 de mayo de 1992.
La mayoría de estos animales han sido inmortalizados a través de su descendencia y después de muertos se los disecó y aún se conservan en museos como preciadas piezas de la tauromaquia mundial y española.
Una buena parte de su herencia fue enviada a Ecuador y países de América que disfrutan las corridas a la usanza española.


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